La imágen y su origen

Las imágenes que comparto mezclan lo real con lo intervenido.
Algunas nacen de fotos que tomé; otras son reinterpretaciones de escenas, creaciones artísticas, objetos o personas que existieron… Todo pasa por un filtro visual con intención, aunque a veces parezca caótico.

En muchas participan amigos, amigas, gente cercana o personas que crucé por ahí y tuvieron la buena onda de sumarse.
Algunos aceptaron posar, otros simplemente estaban en el momento justo. Sin esa generosidad, muchas de estas imágenes no existirían.

Pero no hay botón mágico: cada foto está pensada y elegida a conciencia.
Detrás de cada pieza hay decisiones, prueba y error, y una búsqueda que nunca termina. Nada está subido porque sí.

Algunas imágenes pueden parecer “robadas”, captadas en un instante. Pero nada se deja al azar: todo es creación, intervención, elección. El color, la textura y la atmósfera son esenciales. Cada pieza pasa por un riguroso proceso de postproducción y Color Grading para lograr ese estilo dinámico, granulado y cinematográfico que busco, inspirado en las tendencias del cine y la moda. Cada detalle fue pensado, corregido y elegido.

No todo lo que ves es “real” en el sentido clásico, ni pura invención. Está en el medio. Y justo ahí, en ese espacio ambiguo, es donde más me interesa crear: donde la emoción pesa más que el dato.

Y algo importante: cuando uso fotos —sobre todo retratos— siempre pido permiso antes de compartir. Respeto la identidad y la privacidad como parte del proceso. Mostrar no es lo mismo que exponer.